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PUNTADA CON HILO, COMUNICACIÓN DE MUJERES, fue un periódico en papel que circuló en los años '90. Nos definimos feministas y "con perspectiva de clase".

Salíamos mensualmente en todo chile, también llegábamos a otros países latinoamericanos. A organizaciones de base, tanto de mujeres como mixtas, llegábamos sin costo alguno o hacíamos un trato: una sola suscripción a cambio de varios ejemplares cada mes. Las ONGs e instituciones en cambio debían pagar sus suscripciones completas.

PUNTADA CON HILO se destacaba por un lenguaje directo, cercano, claro y por manejar como sus fuentes primarias los testimonios de las propias mujeres, sus experiencias, sus formas de evaluar los acontecimientos políticos y sociales, sus denuncias, sus ideas y elaboraciones políticas y culturales. Las "autoridades" en diversas materias, no pasaban de ser un apoyo secundario -tal como las estadísticas e informes oficiales-.

Denunciamos la falsedad de la llamada "vuelta a la democracia", las manipulaciones de los partidos políticos, rechazamos la instrumentalización de la lucha popular que hicieron -y hacen- la mayoría de las ONGs e instituciones -con honrosas excepciones-. Destacamos el feminismo popular, la mirada de clase y nos esforzamos por no caer en la sobreideología que daña -desde nuestra perspectiva- las luchas sociales. Hablamos mucho desde lo íntimo y desde los procesos que hacemos las mujeres en lo personal que es lo que realmente -estamos seguras- construye lo político cuando hay organización.

sábado, 8 de junio de 2013

GLORIA, LA PELÍCULA: EL GOCE DE LAS MUJERES



Gloria, la película: el goce y las mujeres
X Gilda Luongo (enviada por Marcia)
Gloria no es feminista. Sin embargo, permite a las que sí lo somos mirar zonas desmedradas para las mujeres en nuestro país y pensar críticamente acerca de ellas. La primera es la búsqueda de goce. El filme de Lelio se esmera por hacer ver en el personaje protagónico, estupendamente actuado por la actriz Paulina García, una sujeto madura/mayor que no tiende a la victimización debido a su condición de género. Encanta ver el modo en que Gloria, en su cotidiano, se las ingenia para encontrar lugares de satisfacción: la música, el baile, la práctica del yoga, las canciones que tararea junto al cantante de turno en la radio mientras va a su trabajo, muy bien instalada en su auto. Claro, ella pertenece a la clase mediera acomodada chilena, mujer de ingresos económicos independientes. De lo contrario, muy otra sería la historia. Gloria no anda en busca del amor romántico. Esta es una de las provocaciones más interesantes del filme. No. Ella se quiere jugar la vida en el momento, en el instante en que asiste a una discoteca en la que baila y comparte con gente mayor, o a las fiestas a las que es invitada. Gloria pareciera ser superficial en ello, pero resulta fascinante este desmontaje en una mujer mayor (la mayoría tiende al paradigma del amor romántico aún) que ya tiene un largo recorrido por la vida amorosa y con una separación a cuestas. Gloria pareciera no ser feminista. No ahonda en el sobajeo acerca de la vida en su profundidad o complejidad generizada al que nos entregamos con gozo las mujeres que sí tenemos conciencia de la diferencia sexual. Gloria no lucha en este marco, explícitamente, para vivir. Sin embargo, pareciera que se transforma en feminista al final del filme. Leo esta posibilidad luego de la exquisita escena de su venganza sabrosa cuando toma la metralleta y se arroja con ella -a punta de ráfagas de tinta de colores- hacia la casa (pequeño infierno familiar) y el cuerpo del senil posible amante. Este es perfilado como un hombre pusilánime que no se atreve a tomar la mano que le ofrece Gloria. Ese gesto glorioso que le ofrece la aventura, el disfrute, los viajes posibles, el juego sexual de distinto formato, para los cuales el triste personaje, olvidé su nombre, no está disponible porque permanece en el cruel y siniestro lugar del hombre protector y proveedor. Su pequeña y gran mentira. No provee ni protege, es su simulacro perverso. Los hombres chilenos no quedan bien parados en este filme de Lelio. Parecen monigotes incapaces de tomar la vida en sus manos. Sólo el hijo de Gloria simula ocupar un sitio distinto en su fragmento de paternidad activa, pero es muy breve el espacio que el filme le da. Un segundo punto que resulta fundamental es el vínculo de Gloria con la maternidad. Gloria no la padece, la suelta, la deja ir. Esta experiencia es un trabajo denso para todas las mujeres, no obstante en la protagonista del filme no se ve conectado al desgarro ni a la depresión. Sí a la emoción. Gloria sufre la separación de su hija e hijo por lo que tiene de vínculo amoroso construido y en lo que atañe a la producción afectiva sexual. Una labor sin valor de cambio. No hay ninguna moneda, ni blanda ni dura, que dé cuenta de ello. Esta es otra provocación del filme para las mujeres: separarse del lugar maternal, dejar ir generosamente a hijas e hijos y seguir construyendo la vida propia a riesgo de fracasar. Este punto resulta para mi lectura feminista muy desvelador. Por último, una tercera entrada que el filme plantea es la asunción que hace Gloria de la soledad. No es necesario tener un hombre al lado, en el caso de las heterosexuales, para experimentar el goce. Gloria baila sola, ya no necesita compañía y en su coreografía de ojos grandes pareciera adquirir conciencia feminista. El filme propone una experiencia de vida posible para las mujeres mayores de cincuenta, esa curvatura peligrosa, y no lo hace mal. Por el contrario, lo hace de tal modo que una queda exultante al ver el cuerpo femenino maduro en movimientos. Un cuerpo que se sostiene por sí mismo en la búsqueda del gozo. Esto resulta ser profundamente feminista.
Gilda Luongo, San Miguel
Critica feminista
Socia de Fondo Alquimia
Miembra del directorio SEMlac

FICHA TÉCNICA DE LA PELÍCULA
TÍTULO: GLORIA
DIRECCIÓN: SEBASTIÁN LELIO
PRODUCCIÓN: PABLO LARRAÍN
GUIÓN: SEBASTIÁN LELIO - GONZALO MAZA
ACTUACIÓN: PAULINA GARCÍA - SERGIO HERNÁNDEZ - COCA GUAZZINI - ALEJANDRO GOIC - MARCIA TAGLE - FABIOLA ZAMORA - DIEGO FONTECILLA - ANTONIA SANTA MARÍA

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