Pánico en la élite financiera la economía se hunde como el
Titanic, pero sin botes salvavidas
X Marco Antonio Moreno – Consejo Científico de ATTAC
España/ Mayo 2017/Enviado X Ricardo
No solo Warren Buffett ha declarado que los activos
bursátiles están sobrevalorados. Bill Gross, el principal gestor de bonos del
planeta también llegó a esa conclusión, advirtiendo que “el mercado
alcista de los bonos, que ha durado 35 años, llegará pronto a su fin”. En esa
misma línea Robert Shiller, el ganador del Nobel, señaló que el mercado de los
bonos se encuentra en niveles “irracionalmente altos”. La burbuja de la deuda
mundial se ha hinchado a mas de 76 billones de dolares (U$7600000000000),
mientras que las tasas de interés no han sido nunca tan bajas por un período
tan prolongado de tiempo. Esto genera una enorme tensión que está sacudiendo
los mercados de bonos en Alemania y Estados Unidos cuyo impacto comienza a
elevar el costo de la deuda. Toda la burbuja del mercado de bonos amenaza
con desplomarse y arrastrar a la baja a todo el mercado.
Ahora ha sido el economista jefe de HSBC, Stephen King,
quien advierte que la economía mundial es como un funambulista que
intenta mantener el equilibrio sobre una cuerda pero debajo no tiene una
red para detener su caída, si esta se produce. Para Stephen King, los bancos
centrales y los gobiernos se han quedado sin munición para combatir la próxima
crisis financiera que está a la vuelta de la esquina.
Las declaraciones de Stephen King fueron recogidas en Business Insider y el Economista, en la cual explica que “la economía mundial
es un transatlántico sin botes salvavidas. Si se produce otra recesión podría
ser un golpe realmente duro para políticos y economistas”.
Esta declaración hace referencia a que en anteriores
recuperaciones post crisis, las política fiscal y monetaria contaban con un
gran margen de maniobra para reponer la munición. Pero la recuperación de la
crisis iniciada en 2008 “se está caracterizando por la persistente escasez
de municiones”. Ni la política fiscal ni la política monetaria tienen hoy margen
de maniobra para contrarrestar los efectos del nuevo tsunami financiero que
puede erupcionar en cualquier momento.
Este es el problema que ha comenzado a inquietar a la élite
financiera. Hasta el FMI reconoció en abril que un pequeño accidente podría dar
lugar a la mayor crisis financiera de la historia. Esto obligó a una reunión
urgente de banqueros en Washington, en medio de la crisis de la deuda griega.
Aunque la salida de Grecia del euro parece inevitable y hasta el ministro
Wolfgang Schauble se ha encargado de minimizarla, lo cierto es que puede
amplificar por diez veces los efectos de la quiebra de Lehman Brothers de hace
siete años.
En todas las recesiones desde 1970, la Reserva Federal ha
tenido margen para recortar los tipos de interés en un mínimo de cinco puntos
porcentuales. Esta vez ese estímulo que se ha usado en forma tradicional, está
totalmente descartado. Las tasas de interés del cero por ciento solo pueden
descender a tasas negativas y esto implicaría el control total del dinero por parte
de los bancos centrales. Y la crisis de liquidez que se vive a raíz de la crisis en
el mercado de los bonos, es lo que está presionando por el fin del dinero en efectivo. Se busca que gobiernos y
bancos centrales puedan seguir el curso de cada euro o dólar y así evitar las
fugas de capital y la evasión de impuestos.
Posibles orígenes de la primera chispa
La fragilidad de la economía real, el alto desempleo, la
baja productividad, la débil demanda y la deprimida inversión indican que
estamos lejos de la recuperación. Estos elementos se retroalimentan entre sí y
generan una reacción en cadena por el efecto endeudamiento, de los cuales el
mercado de bonos presenta todas las características para ser atacado por los especuladores,
como está ocurriendo con Alemania.
El debilitamiento de la economía China es otra de las aristas que hunden a la
economía mundial. Hasta el momento, China había sido el gran motor de la
economía, pero a siete años su ritmo se ha fatigado y el gigante asiático está
atrapado en sus propias burbujas. Muestra de su ritmo declinante lo da el hecho
de que el banco central de China ha reducido las tasas de interés por
tercera vez en seis meses, en un intento por contrarrestar la desaceleración
económica y aliviar las presiones de la deuda a las empresas.
Pero a medida que China se contrae, lo hacen también las importaciones
y exportaciones y todo el comercio mundial. Esto ha hundido los precios de las
materias primas y puede provocar el colapso de varios países emergentes. Por
otra parte, si la Reserva Federal sube los tipos de interés, puede provocar de
inmediato una nueva recesión en Estados Unidos. Es decir, la Reserva Federal
está condenada a mantener las tasas de interés en niveles mínimos por al menos
un par de años. Y esta es una medida contraproducente dado que genera altas
tensiones por el aumento de las burbujas y el nivel de ganancias de los dueños
del dinero.
Asimismo, la crisis y el prolongado desempleo ha asfixiado a
las agencias de seguros y los fondos de pensiones que en el futuro próximo no
podrán cumplir con sus obligaciones. Esto podría desatar una histeria colectiva
por intentar hacer líquidos todos los activos que tienen los agentes, que se
verán obligados a vender a cualquier precio.
Como indicamos en La economía mundial vuelve a tambalearse en la cuerda floja,
pese a los cientos de miles de millones de euros inyectados al sistema
financiero la economía sigue al borde del precipicio. Por eso que las palabras
de Stephen King resultan contundentes y aterradoras. Quizá más terroríficas que
su homónimo escritor, el autor de El Resplandor. Decir que la economía
mundial es como el Titanic, pero sin ningún bote salvavidas, le quita el sueño
a cualquiera. Es el pánico que comienza a sentir la élite financiera ante la
inminente próxima crisis.
Fuente: ATTAC
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